Radiografía del turismo ayahuasquero: cuánto, quién, cómo, dónde
Texto por Carlos Suárez Álvarez
Publicado originalmente en el sitio web de ICEERS en agosto de 2023.
Rastreamos en Aya Advisor y en Retreat Guru, buscamos en Google y en Facebook, enviamos mensajes y realizamos comprobaciones, todo para responder a dos preguntas que se formulan periódicamente en los círculos de investigación: ¿cuántos centros turísticos de retiro ayahuasquero funcionan en la Amazonia?, ¿cuántas personas los visitan?
Nuestra investigación nos permite a estimar que durante el año 2019, al menos 232 centros retiro funcionaban en los países amazónicos (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y, sobre todo, Perú) y en Costa Rica, que se ha convertido en lugar preferido por los empresarios de la ayahuasca para montar los centros.

No es de sorprender que sea Perú el país que más centros tenga. Dos son las razones: por un lado, la arraigada tradición ayahuasquera del país, culminada con la Declaración de Patrimonio Cultural de la Nación de los conocimientos y usos tradicionales del ayahuasca practicados por las comunidades amazónicas; por otro, el desarrollo de un dinámico negocio turístico en ciudades como Iquitos, donde se encuentran la mayoría de los centros, o en el Valle Sagrado donde, aprovechando el tirón de Cuzco y Machu Pichu, se atiende a quienes no quieren o no pueden visitar la selva amazónica.

Tampoco es de extrañar que en Brasil y Colombia el fenómeno de los centros de retiro sea casi irrelevante. En Colombia, porque la seguridad pública en el Putumayo es delicada, poco apta para el turismo; además, existe una larga tradición de taitas itinerantes, que viajan de ciudad en ciudad realizando ceremonias. En Brasil, las iglesias de la ayahuasca han copado el acercamiento de la gente al consumo de ayahuasca.
visitantes y tomas
Una vez identificamos los centros que funcionaban en 2019, nos dirigimos a cada uno de ellos con dos preguntas: ¿cuántas personas recibieron ese año en su establecimiento?, ¿cuántas tomas realizaron cada una de esas personas en el transcurso del retiro? Respondieron 35 centros, que recibieron un total de 9.436 personas a las que brindaron 32.083 experiencias, dado que es normal que en cada uno de los retiros, que suelen durar una semana, se tome ayahuasca entre 3 y 4 veces.
Para estimar el número de total de personas que tomaron en centros de retiro turístico, extrapolamos los datos de estos 35 establecimientos a los 232 que, según nuestras estimaciones, funcionaban en 2019. El resultado: en el año 2019, los 232 centros de retiro de la Amazonia y Costa Rica habrían recibido a 62.000 personas, proporcionando alrededor de 210.000 experiencias.
Nos interesaba también circunscribir estos datos a Perú, país del turismo ayahuasquero por excelencia. De los 35 centros que respondieron, 28 estaban ubicados en este país, y habían recibido a 5.888 visitantes a los que proporcionaron 23.373 experiencias. Extrapolando estos datos a los 173 centros que funcionaban en Perú en 2019, tendríamos que este país habría recibido a más de 36.000 personas, a las que habría brindado más de 160.000 experiencias con ayahuasca.
madurez y poder adquisitivo
El perfil de las personas que participan en estos centros de retiro lo hemos esbozado gracias a la información producida por la Global Survey of Ayahuasca Drinking, una encuesta global liderada por la Universidad de Melbourne que preguntó sobre hábitos de consumo a casi 11.000 personas de todo el mundo, de las cuales más de un millar habían tomado fundamentalmente en Perú.
Entre estos turistas de la ayahuasca había tantos hombres como mujeres; la edad media a la que comenzaron a consumir alcanzaba los 35 años, lo que sugiere una madurez personal que, nuevamente, refuta el manido estereotipo de persona usuaria de drogas, inmadura e irresponsable; el 40% solo había tomado entre 1 y 5 veces a lo largo de su vida, y alrededor del 80% lo había hecho menos de 25 veces, una frecuencia que distingue el consumo de ayahuasca del patrón adictivo, compulsivo y descontrolado; finalmente, dos de cada tres turistas de la ayahuasca tenían al menos un grado universitario y, en consonancia con este alto nivel educativo, más del 60% desempeñaba cargos directivos y profesiones liberales, lo que sugiere un nivel socioeconómico alto. Y es que los retiros de ayahuasca no son baratos.
PROSPERIDAD Y ACCIDENTES FATALES
En 2019, el precio típico del retiro de una semana rondaba los 1.000 dólares. Si nuestra estimación de que ese año hubo 62.000 turistas de la ayahuasca es correcta, entonces el volumen de negocio estaría entorno a los 62 millones de dólares, unos ingresos que han repercutido de manera positiva en la economía de muchas familias y comunidades locales, si bien la propiedad de los centros suele estar en manos extranjeras.
Sin embargo, esta comercialización ha sido también criticada. La búsqueda de beneficios económicos, se argumenta, puede llevar a las personas que poseen los retiros a minimizar procesos de admisión de participantes, a ahorrar en protocolos de seguridad o a usar recetas de ayahuasca más potentes con el fin de satisfacer la expectativa de un “viaje inolvidable”, lo que puede comprometer la salud de quienes participan. Si a esto le sumamos que los centros de retiro suelen estar en lugares remotos, donde la evacuación es difícil, y los servicios médicos precarios, no sorprende que de las 58 muertes que desde el año 1994 hasta el 2022 se han atribuido en los medios de comunicación al consumo de ayahuasca, 24 estuvieron relacionadas con centros de retiro turístico de países amazónicos, es decir, un 40%. Sin embargo, de acuerdo a nuestra investigación, estimamos que el número de tomas que se realizan en centros de retiro representa solo un 5% del número totales de tomas que se realizan en el mundo.
Esta desproporción entre las tomas que se realizan en los centros de retiro turístico y el número de muertes que se han producido, debería avivar una discusión que lleva años en marcha en lugares como Iquitos: la implementación de unos estándares mínimos de seguridad en la admisión de clientes, la supervisión de las ceremonias y la integración de la experiencia a posteriori, lo que podría suponer una reducción notable en la ocurrencia de estos desafortunados accidentes.