AYAHUASQUEROS DE LA TRIPLE FRONTERA
El chamanismo vive con mil caras donde se encuentran las fronteras de Brasil, Colombia y Perú, en el corazón de la Alta Amazonia. Ese remedio milenario que es la ayahuasca, ese tesoro prodigioso del saber humano, se manifiesta aquí con asombrosa diversidad: indios ceremoniosos, curanderos profesionales o anacoretas meditabundos, perpetúan los dones de una selva que aún resiste la voracidad global. Esta serie fue publicada originalmente en la revista Cáñamo.
El legado de Padre Sol
Alegre, humilde y sabio, el último ayahuasquero cocama del Amazonas colombiano no tiene quien le herede: ni hijos ni nietos han querido aprender. Fiel a las enseñanzas de su abuelo, cocina su remedio sin chacruna, el visionario compañero de la ayahuasca. “Me interesa la curación, no la alucinación”. ¿Desaparecerá con él otra original expresión del conocimiento indígena?
Canción triste del Yavarí
En la cuenca del río Yavarí, uno de los espacios más remotos de la Amazonia brasilera, las costumbres antiguas se enfrentan a los males modernos. El payé José Marubo canta para curar, con voz rajada por la fatalidad que asola su selva en forma de hepatitis y malaria.
La guerra eterna
Intentó renunciar a la azarosa misión de curar, pero el “vegetal” no se lo permitió: luchar contra la enfermedad es su destino. Cuenta que ya fue médico de la naturaleza en una vida anterior; renació con el don. Profesional circunspecto, Bides vive devoto a esta “medicina infinita”, en alerta contra la amenaza continua de satanismos y hechicerías.
Los perfumes de la abuela
Lleva seis décadas luchando contra los espíritus causantes de la enfermedad. Su conocimiento chamánico aglutina elementos de la selva, la cordillera andina o el evangelismo estadounidense. Después de un insólito periplo vital se estableció en Leticia, donde ha introducido una línea de trabajo inédita en la zona, la de los perfumeros.
Don Pancho y compañía
Niñas inquietas, turistas con prisa, vecinos místicos y viejos marchosos tienen algo en común: la costumbre de tomar ayahuasca con el maestro más veterano de la triple frontera. La casa de don Pancho es un centro de salud para los locales y el destino preferido de turistas con inquietudes psiconáuticas..
Aprendiendo a ser gente
Miguel Cárdenas se curó de epilepsia con ayahuasca. Bajó el río Putumayo a remo. Fue discípulo de grandes chamanes indígenas; hoy es un maestro generoso. Vive selva adentro, al margen del “sistema”. Y desafía: “La gente de las ciudades no es gente, es un parásito multiplicado que carcome la Tierra, y está destinado a desaparecer”.